¿Te ha pasado que sales a la calle vestido con algo con lo que no te sientes cómodo?
¿Cual es la sensación todo el día?
Probablemente la sensación sea de tener ganas de devolverse a la casa para cambiarse de ropa, porque o los zapatos molestan, o algún botón aprieta, o una marquilla pica, o simplemente lo que elegimos no esta acorde al clima, no define nuestro estilo o no nos representa.
Lo mismo le pasa a nuestros empleados cuando la dotación que les damos no es cómoda, no es bonita, no se ajusta a sus necesidades del puesto de trabajo o al clima en el que están ubicados.
No se sienten empedrados, no se sienten parte de un lugar, no se sienten orgullosos con lo que tienen puesto y esto indudablemente afecta el estado de animo y las ganas con las que se desarrollan sus funciones.
Empoderar a un trabajador desde el uniforme que se le brinda, cambia para ellos 100% la experiencia y también para la marca, porque el contacto de cada cliente con un empleado hace parte de una primera impresión que difícilmente se cambia más adelante.
